El restaurante está situado de camino a la catedral. Es un restaurante tradicional con comida típica catalana. Comimos el menú que estaba bien. La bebida se paga aparte. La comida en general bien pero sin grandes cosas a destacar. Los arroces parecen la mejor elección. Los postres mejorables. Buen servicio y siguen protocolo COVID.
No valoro al máximo por salir algo descontento a la hora de pagar, a la entrada del restaurante pone en la carta menú 18,50€, un precio bastante correcto para la ubicación y el servicio, la sorpresa la tuve a la hora de pagar cuando vi en la cuenta que me cobraron las bebidas aparte, entiendo que salvo que no pidas una botella de Faustino I gran reserva, lo que es 2 botella de agua y 4 cervezas sin alcohol debería de entrar en el menú, en la hoja del menú no pone que las bebidas se pagan aparte.
Por lo demás, comida excelente, quizá el primer plato, ensalada de queso, algo justa en cantidad, pero muy buena y sabrosa, el segundo bacalao con gambas un 10 y la manzana al horno también muy buena.
Un local pequeño y muy ajustado, en dos salas, ambiente casero y bastante lleno de gente, fuera también ponen mesas.
El trato correcto.
El menú con bastante variedad.
La comida buena, mejor sabor que vista. Los espárragos demasiado marcada las líneas de la brasa, los pimientos del piquillo muy ricos, la paella marinera, cuando la vimos no tenía buena pinta, pero la olor era muy buena y cuando la repartimos ya tenía el color normal, supongo que es por el caldo de pescado que estaba tan oscuro.
Los postres un pastel de queso pero lo pedimos sin coulis, no tenía mucho gusto al queso, y el pastel de naranja, buenísimo, digno de repetir.
El precio muy bueno por estar en la zona de más visitas y al ser un domingo.
Recomendable reservar.
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