Pondría 5 estrellas, es de los pocos, muy pocos bares del Burgo de Osma que no están cortados por el patrón de servicio casposo y desagradable. Aquí son gente con buen rollo, hasta sorprendentemente agradables no te voy a decir simpáticos pero con respecto a los demás... uff muy muy por encima de notable alto. Los torreznos si están recién elaborados de 10... pero... pedimos una tanda y perfectos recién elaborados, fui a la barra a por otra tanda de torreznos ( en plural ) y... el camarero los cogió de una vitrina y los metió al microondas ( y no tenían absolutamente nada que ver con los anteriores ) un fiasco de los gordos. Pero en las demás ocasiones ( he ido a este bar unas 30 veces ) todo es de sobre saliente.

Era uno de los sitios de obligada visita, lo llevabamos en la lista y no nos lo podíamos perder. Llegamos el jueves y lo localizamos fuera de horario pero al dueño le falto tiempo para ponernos unas cervezas y unas gildas, y fuera de su horario. Eso ya nos pareció un detallazo por su parte y prometimos volver para probar alguna delicia de su carta. He de decir que no es un restaurante de comida mexicana, aunque no descartamos que en un futuro lo llegué a ser. Seguro que al leer esta reseña sonríe 😉 Repetimos el viernes, esta vez dentro de horario y con hambre e ilusión por probar esos torreznos que tanto hemos visto recomendados en las reseñas. Bueno, bueno, después de probar esos torreznos creo que vamos a ser muy críticos con el resto del universo porque, Dios Mio, que delicia. También comimos una fajita de pollo que estaba increible. Las raciones son hermosas así que no pequeis de exceso porque sería pecado dejar algo en el plato. Encontramos un ambientazo, la terraza llena y, tanto el camarero Nacho, como el dueño, encantadores ambos. No podemos más que daros un 5 estrellas, principalmente porque no hay más disponibles. P.D. Esta para Nacho, detallazo lo de la Voll-Damm 😉 Mil gracias siempre.