Muy buen servicio, rápidos en servir lo pedido y siempre atentos a que no te falte nada. Tras haber leído algunas reseñas nos decidimos por un arroz de conejo y caracoles que resultó decepcionante; algo mejor estuvo la ensalada de capellán con tomate y alcachofa. Recomiendo comer en una de las terrazas que dan a los jardines. Buena repostería.

La paella de arroz y conejo que describiré es digna de una epopeya de antaño, un plato que resiste el paso del tiempo y los embates de la vida, como el curtido Diego Alatriste. Imagina una sartén de hierro forjado, tan pesada y robusta como las espadas de los tercios españoles, reposando sobre las brasas ardientes de un fuego de leña.En ella, el arroz se tiñe de un dorado profundo, mezclándose con los jugos exudados del conejo, troceado con destreza y sazonado con sal y pimienta, como si de una batalla campal se tratara. Los granos de arroz, disciplinados y uniformes, absorben el caldo de pollo y el sofrito de tomate, ajo y pimiento, con la misma voracidad con que los soldados de Alatriste se lanzaban a la carga.Los pimientos rojos, cortados en tiras largas, semejan las plumas de los morriones, destacando sobre el fondo terroso del arroz. Las judías verdes y los garrofones, tiernos y verdes, aportan un respiro entre las carnes, como un claro en medio de una emboscada. El romero y el tomillo, esparcidos con mano experta, infunden un aroma a campo y batalla, recordando las llanuras manchegas y los bosques mediterráneos.Finalmente, tras un tiempo justo sobre en leña, la paella descansa, como un guerrero después de la lucha, dejando que los sabores se asienten y se unan en un abrazo final. Al servirla, cada bocado es un viaje a los tiempos de coraje y honor, una celebración de la vida simple y robusta, tan vibrante y auténtica como las historias de Alatriste. Gracias Noelia, Gracias Chef del Fuego por tal honor en boca.