Un restaurante muy acogedor y familiar. Parece que estas en casa. La comida buenissima y el postre, ni contarlo, la foto ya lo explica todo. Pedimos el menu de 30 euros para cenar un grupo y cenamos muy bien. Buen servicio. Volveremos.
Todo perfecto, hemos pasados dos horitas con buen vino y la comida espectacular. El Personal simpático y educado. Volveré
UN RINCON CON MUCHO ENCANTO
Lo descubrimos por casualidad mientras callejeábamos y nos llamó la atención la decoración, más parecía una galería de arte que un restaurante, pero las mesas preparadas no dejaban lugar a la duda. Entramos y nos encontramos un comedor pequeño y coqueto, un lugar donde el trato al cliente se cuida con tanto mimo como arte se pone al cocinar. Si quieres una comida rápida este no es el lugar, pero si lo que buscas es una velada tranquila, en la que intercalar platos bien preparados con buena conversación, serás bienvenido. Los dueños... encantadores, el camarero... atento y profesional, los platos... un deleite para los sentidos.
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