La comida es muy, muy buena, de calidad y con una presentación espectacular; el trato recibido por parte de los camareros es inmejorable y el local es, aunque pequeño, muy acogedor. Fuimos porque vimos las buenas opiniones que tenía por Internet y por la presentación de los platos y quedamos encantados. No obstante, he de señalar que ocurrió algo que me desagradó bastante: un cliente les recriminó que dejasen de poner tapa con cada consumición una vez pedidas las raciones (aunque se trate de algún entrante) ya que éstas se siguen pagando al mismo precio que cuando ponen tapa. La actitud del camarero fue buena aunque creo que debió ponerle tapa y disculparse en lugar de tratar de explicarle que ellos funcionan de esa manera. Lo que me pareció bastante desagrabable fue la actitud del dueño, que le dijo que no viniese más. Luego nos explicaron que ese señor ya “la había liado” tres o cuatro veces más y comprendo que eso debe cansar, pero también pienso que, en esta ocasión, el cliente llevaba razón y que deberían o preguntar si ponen las tapas al cliente o cobrar la bebida màs barata a partir de pedir las raciones y ahorrarse la tapa. No se trata de protocolo, se trata de ser justo con el cliente y tenerlo contento. Volvería sin duda por el ambiente y por la comida, pero no se si volveré por esta desagrabable situación vivida.