Un lugar idóneo para comer bien, pasar un rato agradable y sin que te cueste demasiado. Y con facilidad de aparcamiento. Es un restaurante de tamaño medio pero muy acogedor. Cuenta con zonas de bar y de comida separadas, y con un pequeño reservado; las separaciones entre zonas es por cortinas, lo que le da un un cierto encanto. Tiene terraza para disfrutar de cenas al aire libre. Respecto al servicio, son muy atentos y están al tanto de las necesidades de los clientes, pero sin agobios; explican los componentes de los diferentes platos que puedas pedir y responden amablemente a las aclaraciones que se les pida. El ritmo de servicio de los diferentes platos es adecuado, sin esperas largas entre uno y otro. Los productos son de muy buen calidad, los mejillones al vapor o el calamar a la plancha son muy sabrosos; hay platos que sorprenden cuando te los ofrecen, pero son un acierto culinario, como las manitas de cerdo con gambas: recomiendo probarlas, no decepcionan. La torrija con helado, un acierto total. El precio es moderado, bien ajustado a la calidad del servicio y productos. En comparación con otros restaurantes de Molina no tiene nada que envidiarles, y a algunos con algo más de fama incluso los supera de largo en calidad y precio ajustado. En resumen, una sorpresa de restaurante en Molina de Segura.

Fuimos a una comida familiar. Sacaron los platos en su tiempo, y las esperas no fueron pesadas. Pedimos entrantes y platos principales. Los detalles estaban bastante bien cuidados, y los platos los prepararon como pedimos. Las elaboraciones estaban en su punto y las presentaciones elaboradas. Los postres eran caseros y muy buenos. Al terminar nos invitaron a unos tapones. El servicio educado. La cuenta estaba en precio. No fue barato pero no tuvimos la sensación de estar pagando algo por encima de su precio.