Las palabras para describir la experiencia en este restaurante no son suficientes. Al entrar nos reciben con una sonrisa y mucha amabilidad por parte del personal. Nos acomodamos fuera según nuestra petición. Pedimos un buen número de platos y si no hubiera sido por la atención del gerente de sala Cristian que con gran atención y profesionalidad nos sugirió esperar para pedir más, probablemente habríamos exagerado... Comenzamos con una degustación de mantequilla: ajo, gofio y curry acompañados de pan caliente: ¡imposible elegir cuál era el más bueno! Lo del gofio fue un descubrimiento maravilloso. Fue el turno de los bao : negros y rellenos de pescado con pan de panko. Muy buenos. Ha sido un crescendo de sabores. Gyoza maravillosos,me habría comido 60 no solo 6! Ahora vamos a las croquetas: ¡las más buenas que he comido en mi vida! No solo por el sabor del relleno sino también por la ligereza de la panadura: se fundían en la boca. Por último, mi plato favorito: el pulpo, ¡una explosión de sabor! Me hubiera gustado pedir camarones al curry, pero sacrificando el espacio para el postre... Cristian me prometió que si la próxima vez que volvamos,no estuviera en el menú,advirtiéndome a tiempo me hará el regalo de que me los encuentre de todos modos! Por eso he optado por el postre:un pastel de queso riquísimo! En el momento de la cuenta nos ofrecieron una pequeña golosina de chocolate: ¡realmente una buena atención! Concluyo diciendo que la calidad de la comida es altísima: la prueba está en el hecho de que después de una hora del final de la cena parecía no haber cenado: la facilidad de digestión dice mucho sobre la elección y preparación de las materias primas. Restaurante que sin duda merece la estrella Michelin! ¡Sigan así, por favor! ¡Nos veremos pronto! Isabella y Manuela