Empiezo por lo más espectacular, la cecina, yo no soy muy fan y no suelo comerlas pero en este caso estaba exquisita. El pulpo también muy muy bueno y las carnes a la brasa muy ricas también. Los postres llevaban helados de sabores muy originales, el de piña especiada que acompañaba a la torrija el mejor aunque el de manzana verde era sabroso y fresquito pero en este caso la milhojas tenía un hojaldre tan delicado y crujiente que le superaba. En resumen la comida excelente, la terraza amplia y cómoda, había unas banquetas altas que permitían comer igual de cómodos en mesa alta que en las bajas. Fueros atentos, amables y simpáticos, nos pusieron un humus de lentejas delicioso para entretener la llegada del primer plato, nos explicaron cada plato y nos facilitaron todo lo que pedimos. Además tiene un comedor interior muy amplio, a la entrada hay un pequeño castillito con una espada del rey Arturo que te facilita la foto instagramera de turno y a pocos metros un vivero del que llevarte un recuerdo de la jornada. Un plan perfecto!
La experiencia en general ha sido buena. Hemos ido en familia y aunque han tardado bastante en servirnos, no nos ha importado porque hemos estado charlando. La calidad de la comida correcta, la chuleta de vaca rubia (25-35 días) pues un poco caro 75€/kg porque la calidad no siendo mala no es lo esperado para ese precio se notaba lo tierno que debería para esa madurez. Pedimos tres platos de bacalao y acierto total, quizá la salsa pilpil un poco más densa.
No obstante, si repetiríamos.
Perfecto en todo: calidad de los platos, atención en la mesa, el precio ajustado a lo que pides ( alrededor de 40 € por persona ). La carne a la brasa en su punto, igualmente el pescado. Los entrantes ( pulpo y rabas ) correctos. Todo espléndido. Recomendable sin duda.
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